Una renuncia esperada
Foto: La República
Escribe: María Elena Reyes, directora, Movimiento Manuela Ramos
Han tenido que pasar más de diez días y una fuerte campaña mediática para que el ahora ex ministro Villena renuncie. Nosotras esperábamos que el gobierno lo destituya y no apoye la impunidad. En política las formas son tan importantes como el fondo. La violencia contra las mujeres exige no solamente un discurso sino una práctica coherente.
Dentro de una cultura autoritaria el poder es usado para avasallar a los otros. Por eso cuando un funcionario del Estado, pasa por encima de las personas, exigiendo a voces un tratamiento diferenciado por su cargo y agrediendo a una trabajadora, lo hace porque confía en que sus actos no tendrán consecuencias y quedarán en la impunidad.
De hecho el mensaje político inicial desde el gobierno ha estado orientado a avalar este supuesto, blindando a su ministro, callando a la ministra de la mujer que fue la única que inicialmente se pronunció y dejando en el terreno de las disculpas un hecho que merecía una acción decidida. Acciones todas que no se corresponden con una voluntad política real de erradicar la violencia contra la mujer y avalando de paso el uso de la violencia para resolver cualquier conflicto.
La renuncia tardía de José Villena nos hace recordar que nuestra clase política no tiene la práctica democrática de asumir la responsabilidad de sus actos y sobre todo las consecuencias que se derivan de sus funciones. Salvo honrosas excepciones, la gente se aferra al poder, pues no existe una práctica de transparencia y rendición de cuentas. Con esta renuncia la parte política está por tanto cubierta. Queda pendiente la parte legal, que debe traducirse en una sanción por la falta cometida.
Tenemos nueva Ministra de Trabajo, sí, una mujer que viene a engrosar la cuota de género del gabinete y que tiene una gran tarea por delante, no solamente restablecer un mínimo de confianza en las trabajadoras y trabajadores del Perú sino hacer suya la agenda de género pendiente borrando con hechos los desatinos de su autoritario y violento antecesor.